Ya sea por los automatismos desarrollados durante nuestro proceso de aprendizaje, por la costumbre hasta hace poco general o por la falta de concienciación, las personas pueden estar utilizando el lenguaje con tintes discriminatorios.
A veces, las personas ni siquiera somos conscientes de que el uso que estamos haciendo del lenguaje está siendo discriminatorio. En muchas ocasiones ni siquiera es a propósito. Puede que, simplemente, siempre hayamos escuchado hablar y, por lo tanto, hablado así y no nos hayamos cuestionado hasta qué punto era o no igualitaria nuestra forma de hablar.
El uso de masculinos genéricos en sustantivos, pronombres y adjetivos (independientemente de si hay mujeres en el grupo), las palabras con distinta connotación para uno y otro género (conocidos como duales aparentes) y los estereotipos de género (en diversos aspectos) están muy extendidos. Tanto que es posible que, incluso siendo conscientes de su existencia y discriminación, aún nos cueste un poco mantener un continuo lenguaje inclusivo de forma natural y fluida.
Sin embargo, poco a poco, se pueden ir corrigiendo pequeños detalles e ir adoptando nuevos hábitos en nuestra comunicación. Nuestro idioma tiene múltiples recursos en cuanto a gramática y vocabulario de los que podemos hacer uso para adecuar nuestro lenguaje a uno que se caracterice por ser neutro, visibilizar a mujeres y hombres y evitar estereotipos. Porque no es el lenguaje en sí el que es discriminatorio o inclusivo, sino el uso que cada uno de nosotros le da.
¿Qué podemos hacer para que nuestro lenguaje sea inclusivo?
- Utilizar nombres neutros o colectivos:
Para que el lenguaje sea inclusivo hay que reemplazar los masculinos genéricos o estereotipos de género (a veces relacionados con oficios) por nombres neutros o colectivos que hagan referencia a un grupo de personas con unas características concretas sin aludir a un único género. Por ejemplo, en vez de decir «trabajadores» o «empleados» podemos decir «plantilla», en vez de decir «médicos y enfermeras», podemos decir «personal médico y de enfermería», en vez de «técnicos» podemos decir «equipo técnico».
- Utilizar la palabra «persona»:
Otra posibilidad para evitar hacer uso de masculinos genéricos, y que puede ser especialmente útil en casos en los que no se encuentre un nombre neutro o colectivo claro, es hacer uso de la palabra «personas» para aportar neutralidad. De esta manera, en vez de decir «trabajadores», podemos decir «personas trabajadoras».
- Utilizar ambas terminaciones:
Otra alternativa es usar ambas terminaciones para visibilizar a ambos géneros y no solo al masculino. Puede hacerse bien mediante el desdoblamiento en la palabra en femenino y en masculino o bien mediante recursos tipográficos (como paréntesis o barras diagonales) en caso de que la comunicación sea escrita. Así, en vez de hablar de «trabajadores» podemos hablar de «trabajadores y trabajadoras» o, escrito, de «trabajadores/as» o «trabajadores(as)».
Al principio puede costar el cambio, pero con el tiempo sale de forma automática y no forzada o premeditada.
Y en tu empresa, ¿se está utilizando ya el lenguaje inclusivo en las comunicaciones corporativas?