Cada vez son más las mujeres que se incorporan al mundo laboral. Sin embargo, todavía existe una gran diferencia entre la tasa de actividad de mujeres y hombres, lo que supone una mayor tasa de desempleo de las mujeres. Además, sus contratos también suelen ser de carácter parcial o temporal.
¿Por qué puede ocurrir esto? ¿A qué se debe que las mujeres tengan menos oportunidades de empleo que los hombres y, una vez empleadas, tengan menos oportunidades para permanecer en ese puesto de trabajo y ascender?
Estereotipos y roles de género
En la sociedad actual, todavía existen estereotipos y roles según el género o sexo. La mujer se encasilla más fácilmente en el papel de cuidadora, con trabajos que no son para obtener un sueldo. En cambio, al hombre se le ha asignado el papel de sostener económicamente a la familia.
Al tener que cuidar de la casa y de la familia, la mujer tiene menos libertad para conseguir un trabajo y seguir formándose. Tampoco puede compaginar ese antiguo rol aún con una actividad remunerada a tiempo completo, y menos aún si los hombres no toman parte más activa en ese papel que desempeñan las mujeres. Todo esto lleva a que las mujeres tengan un menor salario y peores condiciones laborales en relación con los hombres.
Coste de oportunidad
En ocasiones hay que observar o considerar lo que se llama coste de oportunidad. En una pareja puede prevalecer quien obtiene un salario más alto (que puede ser la mujer), y así la otra persona sería quien se responsabilizara de las tareas domésticas o familiares. Como no es lo habitual; suele ser la mujer quien reduce su horario de trabajo o que incluso, llegue a dejar la actividad remunerada. Además, puede suceder que la pérdida de ese sueldo sea menor que el gasto que origina el trabajo de cuidado, por ejemplo, en guarderías privadas, comedores, etc.
Por eso puede ocurrir que exista una doble discriminación o discriminación estadística; es decir, el estereotipo se refuerza por la realidad y viceversa. Esto quiere decir que al contratar o promocionar a una mujer no se tiene tanto en cuenta su valía personal, sino las características estereotipadas atribuidas a las mujeres.
Políticas de austeridad
También influyen las políticas de austeridad adoptadas en épocas de crisis, que suponen un recorte en gasto público que afecta principalmente a las mujeres.
En primer lugar, el recorte en gasto social implica que se privatice. La situación de “vuelta al hogar” es la más habitual, y provoca que la familia se haga cargo de los cuidados que antes proporcionaban los servicios sociales. Esto aumenta el trabajo no remunerado en las mujeres, aumentando también la economía informal.
En segundo lugar, los recortes en empleo público contribuyen a la precariedad y vulnerabilidad del empleo de las mujeres por considerarse un sector “más femenino”, y en esas épocas de crisis se invierte más en trabajos “más masculinos”, como la automoción y la construcción.
En conclusión, que los hombres tengan más y mejores oportunidades laborales está totalmente relacionado con una ideología patriarcal.
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